“Errare humanum est, sed in errore perseverare dementis.” Cicerón.
Errar es humano, pero perseverar en el error es de necios.
¿Qué tan precisa es la traducción? Obviamente un poco anticuado (quién dice hoy en día errar). En realidad, la frase hace referencia a la naturaleza humana, ambas partes de la frase.
La primera y más popular, se refiere a errores generales en humanos en general. «Cometer errores es parte de ser humano», o quizás es más personal, como «cometo errores porque solo soy humano», llegando incluso a generalizar en que, «los humanos siempre cometerán errores», o que «la Humanidad se define por sus errores».
“Cuiusvis hominis est errare, nullius nisi insipientis in errore perseverare”, es decir, cualquier hombre puede errar, pero solamente el necio o el insensato persevera en el error. Es muy difícil erradicar, o prevenir los errores. También, debido a la naturaleza humana, es difícil admitir los errores, y como consecuencia, aprender de ellos. Por eso la segunda parte de la frase original cobra tanta importancia. Al igual que nos cuesta admitir nuestros errores, nos cuesta admitir que, en el fondo, como parte de la naturaleza humana, somos necios e insensatos.
No es de extrañar que a lo largo de la historia haya habido variaciones y diferentes enfoques entorno a esta frase, aunque la primera siempre ha prevalecido. ¿Una negación de la segunda condición? ¿Una excusa para no afrontar las consecuencias de la primera?
Con el paso del tiempo, la primera parte, errar es humano, fue ampliada por una que no hace más que calmar nuestra propia conciencia, que nos permite descansar en el error, aceptarlo, perdonarlo y verlo como algo inevitable e incluso ignorarlo. “Errare humanum est, ignoscere divinum”, cometer errores es humano, ignorarlos divino.
Antes de cerrar esta primera parte, más bien filosófica y pasar a un enfoque más práctico, quiero dar un poco la espalda a la filosofía y el poder de las palabras, con esta tercera variante de la frase, atribuida al poeta británico Alexander Pope en castellano “errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios”. Eso sí, la rectificación sólo demuestra sabiduría cuando no es forzada por las circunstancias, sino intelectualmente libre. Es decir, la sabiduría en este caso se refiere al conocimiento, un conocimiento de causa, fundado.
Si bien es cierto que la comisión de errores es una de las debilidades del ser humano, el identificar errores es una de sus fortalezas. En consecuencia, una estrategia adecuada para evitar los errores no estaría orientada solo a los esfuerzos en no cometerlos, sino debería estar también orientada, y quizás en forma más intensificada, a las actividades de identificar y corregir los errores a tiempo.
En 1937, Jenno Kollaritz realizó uno de los primeros trabajos científicos relativos al error humano proponiendo una taxonomía de cuatro clases de errores: por substitución, por omisión, por repetición y por inserción. Una primera clasificación basada en la apariencia exterior y superficial de los errores, en su forma, no en sus causas, por lo que no consideró los procesos que subyacen y posibilitan los errores. Más adelante, con el aumento de la complejidad en las organizaciones, el estudio del “error humano” se abrió paso en diferentes áreas, proveniente de los sectores militar, aviación y sanitario, siendo hoy en día la ingeniería de los factores humanos un campo con mucho conocimiento práctico, no solo para las empresas y organizaciones, sino también para los individuos.
Este es en definitiva el enfoque de los factores humanos, una disciplina científica que tiene como objetivo ayudar a las personas a hacer mejor su trabajo, mejorar la resiliencia y el rendimiento general del sistema y minimizar los errores. Las soluciones basadas en factores humanos hacen que sea “fácil hacer las cosas bien y difícil hacer las cosas mal” y que cuando ocurran errores, sea menos probable que provoquen daños.
Llegando al final de este artículo, me gustaría terminar con una respuesta “genérica” sobre la pregunta ¿Qué es el error?” basada en publicaciones especializadas de trabajos de James Reason, William Haddon, Charles Spearman, entre otros y en especial la obra de Senders, J. W. y Moray, N. P., 1991, Human Error: Cause, Prediction and Reduction.
El término error significa que “algo ha sido hecho que no era intención del actor; que no es deseado por un conjunto de reglas o por un observador externo o que llevó una tarea o un sistema fuera de sus límites aceptables.”
De acuerdo a esto, los errores, probablemente todos, están relacionados con una desviación de una intención, una expectación o una deseabilidad. Un fracaso no es un error si no ha habido plan o si el plan se ejecutó adecuadamente pero no dio los resultados esperados por el mismo. En el primer caso se trata de una acción impensada, la cual puede arrojar cualquier resultado, y puede ser una imprudencia, una reacción emotiva, un hábito, etc. pero no se trata de un error. En el segundo caso se trataría de un fallo en el pensamiento que produjo el plan, una falta de adaptación del mismo a un medio ambiente cambiante, a la transformación del plan en fin en sí mismo en lugar de ser medio para lograr los objetivos buscados con el mismo, etc. pero, no se trata de un error” (extracto de un trabajo no publicado del Profesor Nagib Callaos).
Con lo cual podemos afirmar que un error es un evento con el que se produce una desviación. Este evento puede ser de orden neuronal, sensorial, perceptual, cognoscitivo o motor (la acción de un músculo) que produce una acción de consecuencias inaceptables porque producen una desviación respecto a una intención, una expectación o una deseabilidad.
La mayoría de los errores son evitables, e incluso previsibles. En muchas ocasiones se deben a la falta de consciencia, atención, entrenamiento, evaluación y comunicación adecuada. Todos siendo factores dentro de nuestra propia responsabilidad y campo de acción. Tus resultados son consecuencia directa de tus acciones y estas, a su vez, tienen su origen en tus decisiones, las cuales están no solo condicionadas, si no determinadas por tu perspectiva que no es más que el reflejo de aquello que eres consciente.
Si deseáis profundizar en este tema y aprender que sea “fácil hacer las cosas bien y difícil hacer las cosas mal”, te invito a pinchar e ir directo al grano.
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