Hace ya tiempo que quería escribir una serie de reflexiones en respuesta a muchas preguntas que me han hecho tanto clientes, como familiares, amigos y conocidos acerca de mi trabajo, de mi enfoque y en especial sobre cómo afronto personalmente los problemas y las tragedias a las que estamos expuestas todas las personas a lo largo de nuestras vidas. Muy pocas veces nos cuestionamos nuestra propia actitud ante los éxitos, logros, o incluso ante los momentos llenos de felicidad y sentido. Sin embargo, si lo hacemos, y mucho, cuando las “cosas no van bien”, cuando fracasamos, cuando sufrimos, cuando perdemos, en especial cuando perdemos a un ser querido.
Quizás deberíamos aprender de lo primero para aplicarlo a lo segundo.
Hoy escribo estas líneas ya que, a pesar de encontrarme en un momento lleno de dolor, de sentimiento de pérdida, de duelo y cierta desorientación, quiero dar respuesta a la pregunta inicial, desde mi propia perspectiva y mi enfoque.
Todos nosotros, y no sólo desde la Logoterapia, entendemos que cada situación que atravesamos nos brinda una oportunidad para constituirnos como seres humanos y que tanto la vida, como la muerte son procesos naturales a los cuales nuestra responsabilidad es encontrar el sentido, teniendo en cuenta la transitoriedad de la vida y que la existencia es finita. No tenemos elección ante la muerte en sí, pero, si desde la Logoterapia he aprendido que tenemos la elección de cómo nos enfrentamos a y afrontamos la vida, es decir “el arte del bien vivir”, también he aprendido a través y desde la Logoterapia como enfrentarme a y afrontar la vida cuando las “cosas no van bien”, e incluso la muerte. Viktor Frankl lo describió así: “Nada puede deshacerse y nada puede volverse a hacer. Yo diría que haber sido es la forma más segura de ser”.
Puntos de encuentro entre la Logoterapia y la Tanatología
La Logoterapia (terapia del sentido) y la Tanatología (estudio científico de los fenómenos referentes a la muerte) son acompañamientos, donde el punto central está en descubrir el “para qué…me pasó” una enfermedad, una muerte, un accidente u otras situaciones de sufrimiento, y darle un sentido, aún bajo las peores circunstancias, como lo describe Sandra Barbero en su libro “Aprende a morir, y aprenderás a vivir”.
Si pienso que para mí la Logoterapia representa “el arte del bien vivir”, entonces, la Tanatología es la disciplina que instituye el “arte del buen morir”, por lo tanto, su objetivo es aliviar o curar el dolor de y el miedo ante la muerte, la desesperanza, el posible vacío existencial de quienes están sufriendo y en caso necesario, reconciliarse con la vida. Por ello Margarita Bravo lo explica de la siguiente manera: “Para poder recorrer cada uno de esos caminos la Tanatología ayuda a encontrar ese sentido al proceso de la muerte” y con ello asumir la responsabilidad de la vida ante la propia muerte.
Desde mi comprensión y práctica personal y profesional, el principal punto de encuentro entre la logoterapia y la tanatología radica en conseguir que la persona sea responsable ante la vida y ante la muerte.
Concluyo estas reflexiones de dos maneras. Primero con dos citas filosóficas y “celebres” de la antigüedad,
- “Aprende a vivir y sabrás morir bien.” Confucio.
- “A vivir se ha de aprender toda la vida, y toda la vida se ha de aprender a morir”. Seneca.
y, por último, pero no por ello menos importante, con dos citas que resumen mucho mejor que mis propias palabras el “encuentro” entre Logoterapia y Tanatología:
A. “El conjunto metodológico más amplio de la logoterapia está formado por un abanico de ayudas, en gran parte filosófica, destinada a modular la actitud. La logoterapia es un ideario profundamente filosófico, y la modulación de la actitud retoma el antiguo saber según el cual no deciden tanto nuestras condiciones sobre la calidad de nuestra vida como nuestras actitudes frente a estas condiciones” (Elisabeth Lukas, “Equilibrio y curación a través de la logoterapia”).
B. “La mejor herramienta sin lugar a dudas es la Logoterapia como método, psicoterapia, sistema, medio, plan de acción, procedimientos y filosofía de vida, que conduce al ser humano a la plenitud y le proporciona esta maravillosa sensación de volver a ser quien realmente es” (Sandra Barbero, “Herramientas para acompañar”).
Nosotros mismos somos los únicos responsables de nuestro “arte del bien vivir” y “arte del buen morir” a través de nuestro equilibrio fisiológico, racional, emocional, espiritual y relacional.
A través del conocimiento, el estudio, el pensamiento crítico, la reflexión, el abandono de la parcialización del conocimiento, el reduccionismo enfermizo, y tantas otras medidas más al alcance de casi cualquier persona hoy en día.
Solo hacen falta consciencia, atención, entrenamiento, evaluación y comunicación adecuada. Todos siendo factores dentro de nuestra propia responsabilidad y campo de acción.
Tus resultados son consecuencia directa de tus acciones y estas, a su vez, tienen su origen en tus decisiones, las cuales están no solo condicionadas, si no determinadas por tu perspectiva que no es más que el reflejo de aquello que eres consciente.
Si deseáis profundizar en este tema y aprender más sobre “el arte del bien vivir” y “el arte del buen morir”, te invito a pinchar e ir directo al grano.
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